Desde joyas y gemas ornamentadas hasta relojería mecánica fina, Chopard es una marca que ejemplifica la belleza. Aunque es conocida por su joyería, el legado de Chopard en relojería mecánica se remonta a 1860, cuando Louis-Ulysse Chopard fundó la empresa con sólo 24 años. Su savoir-faire relojero acabó progresando bajo el control absoluto de Paul-André, nieto de Louis-Ulysse. Sin embargo, debido a que ninguno de sus hijos mostró interés en hacerse cargo de la empresa, Chopard fue adquirida por Karl Scheufele III, que trabajó estrechamente con su familia para desarrollar cada cuerda del arco de la marca, incluidas las colecciones femeninas y la joyería de alta gama dirigida por Caroline Scheufele. Al mismo tiempo, Karl-Friedrich Scheufele capitaneó el departamento de relojería. Hoy, los dos hermanos siguen en Chopard y comparten la presidencia de esta estimada manufactura. En los años 90, Karl-Friedrich abrió una manufactura dedicada a desarrollar y producir calibres propios. Aunque fue un movimiento arriesgado, esta decisión fue próspera. En 1996, el relojero anunció su primer calibre propio, el Calibre 1.96, y con la reputación de utilizar movimientos esbeltos, el 1.96 con microrrotor debutó en la colección LUC 1860 en 1997, un nuevo reloj de vestir de diseño elegante y atemporal. Con detalles y proporciones de ejecución tradicional, el LUC 1860 se equipó con una esfera de oro macizo finamente producida y creada por Metalem, un fabricante que desde entonces trabaja con Philippe Dufour para su Simplicity. A lo largo de los años, se han fabricado varias piezas 1860 con distintos materiales de caja y colores de esfera. El número de referencia inicial de estos relojes es 16/1860/1, e independientemente de los materiales de la caja, llevan fondo de caza. Se han producido en una edición limitada de 100 unidades por configuración.