Federer, Rolex y el momento que definió un reloj
Si hablamos de Rolex y Wimbledon, tenemos que hablar de Federer, sí o sí. Es que no se puede entender uno sin el otro. Roger lleva con Rolex desde 2006 y siempre ha sido una combinación perfecta. No es un patrocinio sin más. Es una identidad compartida. Ambos comparten elegancia, longevidad y sangre fría bajo presión. Y si hay un momento que se me quedó grabado a fuego, es Wimbledon 2022. Federer no jugaba ese año, no. Estaba de espectador. Sentado a pie de pista, con un traje impecable y un Rolex Datejust con esfera gris en la muñeca. Y no un Datejust cualquiera, ¡ojo! El que tiene los números romanos en verde. El que los coleccionistas ahora llaman "Rolex Wimbledon".
No hubo nota de prensa. Ni una campaña de marketing a bombo y platillo. Solo Roger, siendo Roger, en el lugar preciso y con el reloj perfecto. Y para los que entendemos de esto, fue la confirmación. Fue ahí cuando la esfera Wimbledon dejó de ser una simple configuración. Y pasó a formar parte de la historia de Rolex. A lo largo de los años, Roger ha lucido de todo, desde el Sky-Dweller hasta un Daytona de oro blanco. Pero ese Datejust gris y verde es el que parecía hecho para él. Como si fuera parte de él. Como si hubiera nacido para estar en Wimbledon. Y ojo, que Federer no es el único. Rolex también viste las muñecas de leyendas como Tiger Woods, Tom Brady y Lindsey Vonn. No son solo deportistas. Son iconos del deporte. Y su conexión con Rolex dice mucho sobre el papel de la marca en el deporte y la cultura.